lunes, 8 de octubre de 2007

EL ESPACIO PÚBLICO, EXTERIOR O ABIERTO

El espacio público se compone en primer lugar de aquello que llamaríamos el espacio profano, del latín pro- delante y fanus - templo, y del espacio sagrado. El primero expresa la urbanidad, se caracteriza por el libre acceso (espacio abierto) y por ser escenario de una intensa actividad social (ver esquema).
Si bien, como toda porción del territorio tiene valor ecológico, económico y paisajístico, en este prevalece su valor histórico y cultural, que por estar lleno de memorias, significados y actividades que trascienden el espacio interior, y que lejos de ser entendido como un plano sobre el cual el Estado ejerce su propiedad, debe entenderse como una complejidad de acciones antropo-urbanas que se desarrollan en él.
El espacio sagrado, es aquel que confiere la identidad al territorio como parte de la memoria colectiva, es de acceso permitido y generalmente construido. En él se desarrollan actividades con tendencia a lo pasivo; éste espacio además de los templos, está compuesto por los edificios públicos, los comunitarios, los edificios de valor histórico y cultural y en general, por todas aquellas edificaciones y elementos constitutivos naturales (Decreto 1504/98, Articulo 5º) a los cuales la comunidad concede un valor específico.
Ambas espacialidades, la profana y la sagrada, conforman el espacio estructurante de la ciudad, que es por excelencia, el espacio perenne, aquel que a través del tiempo mantiene los hitos y los elementos que identifican la ciudad y su cultura.
Al hablar de identidad se hace alusión a las interconexiones culturales de la ciudad y de sus vínculos con el entorno ciudadano y su tradición histórica. "La identidad de una ciudad consiste en un conjunto de rasgos - no meramente aparentes o formales - que le dan un aire propio, que la identifica y la hacen
reconocer como tal. Obsérvese que "identidad" ya indica, etimológicamente, una "identidad propia" o, si se quiere, la "cualidad de ser uno mismo".(5)
La permanencia de los monumentos urbanos expresa la colectividad de la ciudad: "Los monumentos, signos de la voluntad colectiva, expresados a través de los principios de la arquitectura, parecen colocarse como elementos primarios, como puntos fijos de la dinámica urbana".(6)
Como bien lo plantea Mac Harg, 1980, los procesos culturales y naturales son valores sociales: "El valor de los inmuebles y de los terrenos refleja un sistema de valores monetarios; podemos admitir que para todo aquello que no tiene un valor mercantil en el sentido corriente del término, existe sin embargo una escala de valores; el Capitolio tiene mayor valor que cualquier casa de Washington, Independance Hall es más apreciado que una casa chic de Filadelfia, Central Park vale más que ningún otro parque en New York. Lo mismo podemos decir de los valores naturales".
De la misma forma el espacio profano, compuesto fundamentalmente por el "espacio abierto": lugares de memoria que en la ordenación moderna del erritorio deben ser objeto de promoción cultural, plazas, parques, avenidas y calles, que al extenderse por el territorio, varían su configuración y su extensión, conforman ese tejido total que le da coherencia a la ciudad. Existen no obstante, expresiones de lo sagrado que invaden lo profano; así por ejemplo el monumento público, que como una extensión del primero, se ubica en el espacio profano y le da un valor específico, caracterizándolo y por ende haciendo de él parte de la identidad de la ciudad.
Al hablar de monumentos, no se hace referencia únicamente a aquellos elementos que buscan rendir culto a un personaje, o a un hecho determinado; son monumentos, todo tipo de fuentes o de obras de arte localizadas en el espacio profano que logran caracterizarlo en forma tal, que empieza a hacer parte de la espacialidad sagrada.
EL ESPACIO PRIVADO
Por otro lado se ha de entender lo que es el espacio privado, no sólo como aquel sobre el cual ejercen dominio, mediante su propiedad, un grupo o persona determinada, sino como una espacialidad que tiene características diferentes y que esta compuesta en primer lugar del espacio individual, que proporciona la intimidad y cuyo acceso es prohibido (negativo), limitado, como la vivienda bajo su más estrecha acepción: el techo. Bajo ésta nominación se incluyen además todas aquellas espacialidades que tienen un acceso limitado por la propiedad del mismo y nos referimos a lugares de trabajo, oficinas, fábricas y en general todos aquellos espacios sobre los cuales existe un estricto control por parte del interés particular.
En la actualidad, y en la cultura occidental al hablar del espacio privado colectivo se hace referencia a aquellas espacialidades controladas y con funciones que expresan la sociedad de consumo y si bien en ellos prima el interés particular, su existencia esta ligada a la posibilidad de acceso que ellos tengan, a partir del espacio profano, como lugares de servicio a la comunidad
que son su razón de ser. Son expresiones del espacio privado-colectivo todo tipo de establecimientos abiertos al público, llámese lugares de disfrute colectivo, (bares, restaurantes y cines), lugares de ferias y exposiciones, y en general aquellos destinados a la lúdica o a mercadear objetos y actividades de la sociedad de consumo (espacios abiertos).
Las relaciones:
Las interacciones entre lo privado y lo público se expresan a través de un sistema de coordenadas que relacionan sus componentes (ver esquema anexo). La relación entre lo sagrado y lo profano expresa el poder político; ejemplos de este tipo se pueden encontrar en aquellas ciudades construidas con el único objetivo de ser las grandes capitales administrativas, tal es el caso de Brasilia, Washington y Chandigarh.
Una estrecha relación entre el espacio privado colectivo y el espacio público profano, expresa la fortaleza del poder económico tal como acontece en ciudades como Las Vegas, Miami, o aquellas otras donde el mercadeo alrededor de espacios privados colectivos se constituye en la esencia
estructurante de ciudad: en ellas la publicidad invade "lo profano", lo caracteriza y le transmite una diferente "identidad". Tal como lo afirma Alvaro Mutis, El Tiempo, Septiembre 28 de 1998, "Hoy hay una enorme confabulación entre el mundo técnico, los medios de comunicación y la publicidad para convertir el mundo en un supermercado. Ya lo hicieron... La publicidad forma parte del sistema establecido en nuestro mundo para convertir todo en valor de dinero".(7)
Cuando las relaciones dominantes ocurren entre el espacio público sagrado y el espacio privado individual, las ciudades se caracterizan por la expresión del poder religioso a través de sus estructuras espaciales, esto se encuentra en ciudades como La Meca, o en general en aquellas ciudades de culto donde lo ceremonial se vuelve dominante.
Hemos de entender entonces que el espacio público se constituye en el espacio estructurante y perenne de la ciudad, y el espacio privado en el espacio estructurado y mutable de la misma. En el primero, el espacio público, se manifiesta el interés común; en el segundo, en el espacio privado, prima el interés particular.
Obviamente que las relaciones entre el espacio privado colectivo y el espacio privado individual, solamente expresan la existencia de un "ghetto", y no de una espacialidad urbana, que solo puede ser entendida a través de la existencia de la espacialidad pública como estructurante de ciudad.
Las Conclusiones
La ciudad, como tal, es la expresión sistémica concreta que correlaciona las espacialidades públicas y las privadas, no en un equilibrio cuantitativo de las mismas, sino en un equilibrio cualitativo, que permite de acuerdo con sus características culturales y naturales específicas y sus relaciones, establecer un orden que hace de ella una ciudad.
La ciudad colombiana desde su fundación expresa las relaciones entre lo sagrado y lo individual: el poder religioso, así por ejemplo con referencia a la ciudad de Medellín se afirma: "Uno de los aspectos que más ocupó la atención del Cabildo en la segunda mitad del S. XVIII fue el relacionado con la imagen que esta debía proyectar. En Medellín, con excepción de la iglesia parroquial,
no había edificio que tuviera referencia alguna al poder, bien de la Corona o de los particulares. Sus casas no tenían los grandes portones que distinguían las casas de los vecinos ricos de Tunja, Santafé o Popayán. Ni la casa del Cabildo se diferenciaba del resto de las viviendas. Hasta 1776 prácticamente El Cabildo era un rancho" .
Con el advenimiento de la República continúa la primacía de la relación entre lo sagrado y lo profano: el poder político; así por ejemplo, el Capitolio Nacional en Bogotá fue construido a mediados del siglo XVIII como una representación del poder civil; hoy el mercantilismo nos impone unas relaciones dominantes entre lo profano y lo colectivo: el poder económico; sin embargo el "laisseferismo" nos encamina aceleradamente a enfatizar unas relaciones entre lo individual y lo colectivo: "la ciudad ghetto", donde los grandes centros comerciales substituyen la espacialidad pública y el espacio profano es privatizado por el automóvil particular.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Ciudad y Espacio Público

El desarrollo desenfrenado de las ciudades y la poco acertada planificación de las mismas, ha llevado al menoscabo del espacio público. Antiguas y amplias áreas libres de las ciudades no fueron adecuadamente utilizadas y pensadas como espacios abiertos que se debían conservar y aún mejorar para el bien común. Por el contrario fueron y siguen siendo construidas sin considerar la importancia que tiene el espacio público para el desarrollo de las relaciones interpersonales y el esparcimiento de los habitantes de cada ciudad.

La concentración de la población mundial en los centros urbanos conlleva a una mayor densificación habitada con un claro detrimento del espacio público en las áreas urbanas.
Leamos algo de Jordi Borja:

La Ciudad y la composición del espacio público
Borja Jordi, El Espacio Público: Ciudad y Ciudadnía. Ed. Electa. Barceloana 2003

“El espacio público define la calidad de la ciudad, por que indica la calidad de vida de la gente y la calidad de vida de sus Habitantes.
¿Qué es un puente? Preguntaba el falsamente ingenuo Julio Cortázar. Y se respondía: una persona atravesando un puente. ¿Qué es una ciudad? Un lugar con mucha gente. Un espacio público abierto y protegido. Un lugar, es decir, un hecho material producto de sentido. Una concentración de puntos de encuentro. En la ciudad lo primero son las calles y las plazas, los espacios colectivos, sólo después vendrán los edificios y las vías (espacios circulatorios).

Los egipcios representaban la ciudad como un jeroglifico. El círculo representa el lugar, la comunidad de personas, la organización política, la identidad cultural. La cruz representa los flujos, el intercambio, las movilidades, las relaciones con el exterior. La síntesis de lugares y flujos se realiza en el espacio público, lugar de la cohesión social y de los intercambios.

Decir que la ciudad es la gente es ya un tópico, una expresión atribuida entre otros a Sófocles, Shakespeare y Goethe. Y en este caso gente no sólo quiere decir tamaño y densidad, es decir una concentración más o menos grande de personas, sino también diversidad, heterogeneidad, relación entre individuos y colectivos diferentes. Desde Aristóteles, que en su texto La Política defendía que la ciudad debe estar compuesta por diferentes clases de personas, que no existe la ciudad si la población se asemeja mucho. La filosofía y la sociología coinciden en enfatizar la ciudad como lugar donde se concentran y conviven las diferencias de origen, de aptitudes, de actividades... admitiendo también que esta diversidad favorece lo imprevisible, introduce desorden y hace más posible la innovación.

Para Habermas, la ciudad es sobre todo el espacio público donde el poder se hace visible, donde la ciudad se fotografía, donde el simbolismo colectivo se materializa. La ciudad es un escenario, un espacio público que en cuanto más abierto esté a todos, más expresará la democratización política y social. En consecuencia tanto Habermas como Sennet llaman la atención sobre las dinámicas privatizadoras del espacio urbano como una negación de la ciudadanía que supone el reconocimiento de los ciudadanos como sujetos activos e iguales de la comunidad política, a los que se reconoce el derecho y la posibilidad real de acceder a la diversidad de ofertas urbanas.

La diversidad hace posible el intercambio y tiene como condición que haya un mínimo de pautas comunes- de civismo- que posibilitan la convivencia. Los dos elementos citados, el intercambio o la ciudad como mercado de productos, servicios e ideas, y el civismo o las pautas culturales comunes se expresan y necesitan el espacio público. Sin excluir la transgresión sin la cual no hay apertura al cambio.

La ciudad es entonces urbs, concentración de población, y civitas, cultura, comunidad y cohesión. Pero es también polis, lugar de poder, de la política como organización y representación de la sociedad, donde se expresan los grupos de poder, los dominados, los marginados y los conflictos. El espacio público, como dice Pietro Barcellona, es también donde la sociedad desigual y contradictoria puede expresar sus conflictos. La expresión del conflicto permite sentirse ciudadano, como decía el manifestante de Paris citado y la ciudad como espacio público no es solamente representación, es también escenario del cambio político.”

Diseño de la Ciudad


De Frederick Gibberd, TOWN DESIGN, F.A. Praeger, New York 1959

Como expresión física, la ciudad es algo visible. Estando el sentido de la vista relacionado con el sentido de la estética, lo que vemos en ella debe ser estéticamente atrayente. Una ciudad debe funcionar y ser económicamente viable, pero igualmente debe ser agradable a quienes la ven y la viven; las soluciones técnicas a sus problemas de funcionamiento deben tener sentido estético.

Cuando se dice que una ciudad debe ser atrayente no se hace solo referencia a que debe tener buenos parques y edificios elegantes; es todo su ambiente. El diseño se enfoca en la ciudad para que sea agradable para quienes la viven. Hasta los más insignificantes detalles deben ser atractivos. Cada uno de éstos debe funcionar correctamente y ser estéticamente satisfactorio (construcciones, lámparas, pavimentos, árboles, elementos de amoblamiento urbano, etc.).

Si examinamos una típica escena urbana, vemos todo tipo de objetos como edificios, postes de iluminación, pisos y pavimentos, árboles, etc.; todos ellos, junto con los demás elementos que encontramos en la escena urbana, son lo que podríamos llamar las “materias primas” del diseño urbano. Cada uno de estos, aún el menos importante, deben funcionar correctamente y ser estéticamente satisfactorios.

Más aún, cuando estas materias primas se relacionan entre sí, se debe obtener una serie de composiciones satisfactorias. La combinación de estas crea una nueva expresión: la escena urbana. Cuando sembramos un árbol frente a un edificio y le damos un tratamiento de piso entre estos, obtendremos algo más que la sumatoria de los elementos mismos. A más B más C no es igual a ABC; es igual a X, un nuevo elemento, una nueva escena. Esta escena, esta imagen urbana no es arquitectura ni ingeniería; es una composición urbana por sí misma. El propósito del diseño urbano es que esta composición no solo funcione adecuadamente sino que sea atractiva.

El diseño urbano como entendemos el término, no es de ninguna manera lo mismo que planificación urbana. Por una parte, hay muchas personas que se ocupan de planificación urbana que no son diseñadores urbanos, así como muchos diseñadores urbanos saben poco de planificación urbana. Las etapas básicas de la planificación urbana (investigación, planeación, implementación), comprenden la actividad profesional de muchos especialistas, quienes, aunque comprometidos con esta planificación, no requieren ni se les exige ningún tipo de sensibilidad estética.

Es a partir de este momento, cuando alguien debe mostrar cómo se tienen que organizar estas materias primas en cuanto a forma, color y texturas, el momento en el cual se inicia el diseño urbano.

El ambiente urbano es tan complejo que, en primer lugar, el diseño de una ciudad se debe expresar simbólicamente en la forma de un plano en dos dimensiones en pequeña escala: el plano de la ciudad. El diseño en dos dimensiones es entonces el inicio del diseño urbano y el fin de la planificación urbana.

Elementos de la Escena Urbana

El diseño urbano incluye el diseño de objetos en la ciudad, tales como edificios o postes para iluminación pública y el arquitecto o el diseñador industrial son diseñadores urbanos. De hecho lo son, ya que un edificio antiestético o un poste de iluminación deslucido pueden arruinar el paisaje aunque estén bien relacionados con otros objetos. La característica esencial del diseño urbano es la combinación de diferentes objetos en un nuevo diseño; el diseñador debe considerar no solo el diseño del objeto mismo, sino su correlación con otros.

La correlación de los elementos que componen el diseño urbano no es tenida siempre en cuenta, con la consecuencia que existe una amplia brecha en el diseño urbano, entre la planificación urbana y el diseño del objeto como tal. La arquitectura, por ejemplo, ha tendido a alejarse del diseño urbano y se ha encerrado en sí misma; el arquitecto ve su edificio como una composición abstracta cuya existencia es independiente de sus alrededores.

Mientras una buena arquitectura es fundamental para crear una escena urbana satisfactoria, el arquitecto debe ser consciente que las formas de sus edificios afectan las formas adyacentes.

Diseño de vías

Lo mismo ocurre con el diseño de vías. El sistema vial de la ciudad genera uno de los entramados del esquema urbano. La primera etapa en el diseño urbano es la planificación de las vías, luego de lo cual los demás técnicos pueden desarrollar sus tareas. Ninguna ciudad con un sistema vial deficiente funciona satisfactoriamente, pero ningún sistema vial, no obstante sus características técnicas, puede lograr una buena ciudad a menos que sea considerado en términos de las demás artes y técnicas y que del mismo modo, sea estéticamente agradable.

Por lo tanto, el esquema de las vías urbanas determina, entre otras cosas, las formas de los espacios edificables, y no puede ser diseñado sin estudiar su efecto en las composiciones arquitectónicas. Un ineficiente esquema de vías origina formas distorsionadas en las áreas edificables y aunque esto es un ejemplo de pre planeación, estas formas se repetirían indefinidamente si los planes de desarrollo vial se llevasen a cabo dominados por la ingeniería de vías únicamente.

La arquitectura se ha ido alejando del diseño urbano y la ingeniería vial la ha ido sustituyendo. En cuanto al diseño paisajístico, éste difícilmente se ha ido afianzando. Y, sin embargo, el primer paso en el diseño urbano es establecer una relación satisfactoria entre la forma del terreno y los edificios que se construirán en el mismo; y en el desarrollo del detalle, es al diseño del paisajismo al cual debemos recurrir para proporcionar contraste con los grupos de construcciones, no solo como áreas pasivas de belleza natural sino como elementos activos de diseño – la escena depende también del agua y los árboles.